miércoles, 7 de septiembre de 2011

El sistema (I)


"Hijos de Nueva Europa, despertad. Hoy comienza un nuevo día repleto de retos. El futuro de Nueva Europa está en vuestras manos...".

El mensaje de buenos días de Armin Truschenko, el líder de Nueva Europa, despierta a Laszlo Pürk de su placentero y reparador sueño. Es hora de levantarse. Como todos los días, Laszlo sigue las mismas pautas. Hace las necesidades en el baño comunitario, luego se ducha, después desayuna y pocos minutos después se reune con sus compañeros para trabajar por el bien común hasta que la voz de Armin Truschenko vuelva a escucharse por los altavoces.

"... Mientras los enemigos nos atacan, nos defenderemos gracias a la unidad de todos los ciudadanos y la fidelidad a una sola bandera, bañada en la sangre de nuestros hermanos...".

Por el estrecho pasillo que une el comedor con la sala de labores caminan en orden, uno tras otro, cientos de personas como Laszlo, hasta que llega cada uno a su puesto de trabajo. La sala de labores está comunicada con diferentes pasillos que llegaban de otros pabellones-dormitorio donde descansan los ciudadanos de diversas localidades cercanas a la zona de Heiligenkreuz donde se encuentra una de las numerosas fábricas de piezas que existen en Nueva Europa.

La vida en la fábrica se divide en turnos de 12 horas. El primer turno del día es para los hombres y el segundo para las mujeres para fomentar la eficiencia y poder competir con las demás potencias mundiales. Las fábricas tienen que estar en continuo funcionamiento. Un respiro es conceder ventaja al enemigo y todos los trabajadores son conscientes de ello.

"... Gloria al Líder y a la tierra elegida por Dios,
Nueva Europa vencerá, nuestra patria sin igual,
por la justicia y la paz lucharemos hasta el final".

Después de cantar todos el himno se escuchan aplausos unánimes.

- Lazslo - susurra Jenkins.

Lazslo ignora a Jenkins y sigue a lo suyo.

- Lazslo - vuelve a insistir Jenkins.
- Déjame, estás haciendo que baje mi rendimiento - replica.
- Tengo algo que decirte.
- Muy bien, pero me lo dices dentro una hora. Voy a hacer más piezas en esta hora para que no se note la bajada de rendimiento de después... y tú deberías hacer lo mismo.
- De acuerdo - asiente Jenkins.

Las máquinas suenan siempre al mismo ritmo. Es la canción del trabajo. La melodía de la concentración para conseguir un objetivo común, la consecución de los objetivos marcados. Nada interrumpe este inquietante sonido, excepto Jenkins, que vuelve a susurrar.

- Laszlo.
- ¿Has subido el rendimiento en esta hora? - pregunta Laszlo concienciado sobre la obligatoriedad de cumplir con los objetivos marcados.
- Tengo algo que decirte - comenta Jenkins de la misma manera que una hora antes.
- Espero que sea importante - dice sin apenas mostrar interés.
- Sí, lo es. No tomes las medicinas.
- ¿Cómo dices? - responde Laszlo en alto.

La contestación de Laszlo retumba por toda la sala y todos los allí presentes se han enterado de las palabras que causan un revuelo. Por los altavoces se empieza a escuchar las palabras del responsable del área de trabajo, Georgios Galifianakis.

"Os recuerdo que el futuro de Nueva Europa depende de vosotros. Mientras vosotros descansáis, el enemigo está trabajando para destruirnos...".

Esas palabras sirven como motivación ante los segundos perdidos durante este percance, mientras varios agentes de la justicia arrestan provisionalmente a Laszlo y Jenkins.

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